¿Oscuro?

ME NIEGO A SER LA PROTAGONISTA – Capitulo 13

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—Entiendo, bien, entonces… Señora Marta, ¿crea que sea posible que yo entre al cuarto de Lidia? Quisiera ver si hay algo que me dé una pista de a donde ha ido. —Dijo Cion.

Marta, mirando el rostro preocupado de Cion asintió con la cabeza y buscando entre sus llaves, abrió el cuarto de Lidia “Sé que ella no se molestara por esto, Lidia es amiga de Cion y confía en él, así que no creo que se moleste” se dijo a sí misma Marta mientras dejaba a Cion en el cuarto de Lidia. Cion al entrar volteo viendo como Marta le entregaba la llave de la habitación y luego se marchaba para dejarlo solo en el interior, este camino hacia la mesa que se encontraba en la habitación viendo algunos papeles escritos sobre esta, como también varias plantas cerca de la ventana del cuarto “Esta habitación se siente tan armoniosa y cálida, huele… Huele a jazmines” pensó Cion mientras se sentaba en la pequeña cama de Lidia.

—No puedo creer que esté pasando esto, por favor, por favor que la Diosa te mantenga a salvo, si realmente te fuiste por voluntad propia, espero que estés bien y feliz y si no es así, si no es así te encontraré, te encontraré y te traeré vuelta, solo espero que estés a salvo y feliz. —Dijo Cion mientras se llevaba las manos al rostro angustiado.

—Tienes que estar a salvo Lidia. —Concluyo Cion mientras cerraba los ojos con fuerza.

Al terminar de revisar la habitación de Lidia sin encontrar nada, Cion volvió a su habitación donde lo esperaba dormido su pequeño hermano, Cion se recostó al lado del pequeño y comenzó a pensar en lo que debería de hacer “Mañana iré temprano al palacio, pediré a Asher que me ayude con la investigación para encontrar a Lidia, sé que él tiene contactos en las sombras las cuales nos pueden ayudar, si ella realmente se fue porque así lo deseaba y es feliz no la molestaré pero… Pero si ese hombre se la llevo a la fuerza, haré todo para que ella vuelva y este a salvo” se dijo Cion mientras se dormía sujetando el collar que Lidia le había regalado, preparándose para despertar temprano al día siguiente.

[De vuelta a la actualidad]

Lidia miraba por la ventana sabiendo que le sería imposible salir de allí, las ventanas no podían ser abiertas y la puerta estaba siendo custodiada por los caballeros del escuadrón diamante del príncipe, estos tenían gran habilidad con la espada y controlaban el maná excepcionalmente bien, “¿Qué se supone que debo hacer? Si esto sigue así terminaré encerrada en este palacio para siempre, al igual que la protagonista original de la novela, no, yo no pienso terminar así, no pienso ser la sombra del príncipe quien controlara mi vida, me niego a eso” se repetía Lidia quien miraba nuevamente por la ventana esperando ver a Cion sin encontrarlo.

—Parece que se fue… ¿Por qué parecía tan agitado? —Se preguntó Lidia.

Fue mientras que Lidia se encontraba recostada en la cama de la habitación que se escuchó a Helen (su sirvienta personal) tocar la puerta, Lidia, dejándola entrar, vio como varias sirvientas más la acompañaban.

— ¿Qué es todo esto? Helen. —Pregunto Lidia.

Helen ordenaba a las demás sirvientas colocar todas cosas en lugares específicos de la habitación, mientras que tres sirvientas más preparaban una tina para que se bañara Lidia, Helen camino hacia Lidia y haciendo una pequeña reverencia de respeto comenzó a hablar.

—El príncipe me ha ordenado preparar a la señorita Lidia para la cena de esta tarde con la reina, él ha pedido que hagamos lucir toda la belleza de la señorita en la cena para que la reina acepte su estadía en el palacio y así también su compromiso con el príncipe. —Hablo Helen, dejando a Lidia completamente sorprendida.

— ¿Qué?… No, esto, es ridículo, no, yo no iré a ninguna cena, no pienso aceptar ningún compromiso con el príncipe, ¿de qué están hablando? —Dijo Lidia impactada por las palabras de la sirvienta.

—Lo siento mi señorita, pero usted no tiene la autoridad necesaria para negarse a las órdenes de la familia real, él la quiere a usted como prometida y si la reina lo acepta, eso se llevará a cabo incluso en contra de su voluntad. —Helen termino de hablar y miro a las sirvientas dándoles una señal para que se marcharan y así quedarse sola con Lidia.

Lidia se sentó en el sofá de la habitación completamente impactada “¿Yo prometida de ese loco? No, no puede ser, no quiero, he intentado alejarme de él desde que llegue a este mundo ¿Por qué? ¿Por qué el destino sigue queriendo ponerlo en mi camino?”, se preguntó Lidia sentada en el sofá con la vista completamente en el suelo, fue entonces que observo los pies de su sirvienta acercarse y pararse frente a ella, Lidia levanto la mirada encontrándose con dos ojos completamente dorados mostrando una expresión de enojo extremo.

— ¿POR QUÉ SIGUES INTERFIRIENDO? TU DESTINO Y EL DEL PRÍNCIPE YA ESTÁN ESCRITOS, NO TIENES DERECHO A NEGARTE A SEGUIR EL CAMINO QUE YA HE TRAZADO PARA USTEDES, ESTE ES MI MUNDO Y TÚ NO PODRÁS ESCAPAR DE LO QUE YA ESTÁ DESTINADO A SUCEDER, POR MÁS QUE LO INTENTES EL DESTINO TE BUSCARA PARA QUE SIGAS EL CAMINO QUE TE CORRESPONDE. — Dijo Helen, la sirvienta de Lidia, quien parecía haberse convertido en alguien completamente diferente.

Lidia miró con miedo a Helen viendo como los ojos dorados de esta se hacían cada vez más brillantes y la voz que salía de sus labios era mucho más grave y atemorizante que el de cualquier persona “¿Qué? Quien está hablando realmente no es Helen” se dijo Lidia levantándose del sofá y alejándose.

— ¿Quién? ¿Quién eres? ¿Por qué me estás diciendo estas cosas? —Pregunto Lidia.

— ¿QUÉ QUIEN SOY? YO SOY, LA INFINITUD, LA INMENSIDAD, LA ETERNIDAD, LA JUSTICIA Y EL AMOR, SOY, QUIEN CREA Y QUIEN DESTRUYE, YO SOY TODO, SOY LA DIOSA DE ESTE MUNDO QUE ESCRIBE LOS DESTINOS DE SUS ELEGIDOS Y TÚ… TÚ HAS OSADO DESAFIARME DESDE UE LLEGASTE A ESTE MUNDO. —Dijo Helen, quien servía de intermediaria a la diosa para presentarse ante Lidia.

Lidia molesta tomo un florero a su lado y lo tiro al suelo frunciendo el ceño tratando demostrar por primera vez todo su enojo.

— ¡Diosa! ¡No, no juegues conmigo! ¡Un dios no obliga a sus hijos a seguir un camino que no desea! ¡Se supone que tenemos libre albedrío, se supone que podemos elegir! ¡Tú no eres nadie! —Grito Lidia molesta apretando los puños.

Fue entonces que Lidia se dio cuenta de que la luz dorada en los ojos de Helen se desvanecía y esta caía de rodillas al suelo sin entender lo que había sucedido.

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