¿Oscuro?

Me convertí en la sirvienta del príncipe olvidado – Capitulo 40

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El príncipe se sintió algo avergonzado al ver a Helena acercarse tan sutilmente hacia él sin que él se diera cuenta, quedando a solo unos centímetros de su rostro, “Llevaba varios días sin poder verla, los últimos días solo la logre observar de lejos, pero no pudimos pasar tiempo juntos ella… Está cada día más hermosa” el príncipe la observo, sintiéndose hipnotizado por la belleza de la mujer que amaba frente a él.

—Su alteza… ¿Por qué me evita? —Pregunto en un susurro Helena al darse cuenta de que luego que el príncipe la observara unos segundos se volteó rápidamente al sentir que estaba haciendo algo incorrecto al mirarla demasiado.

—Es… Yo… No te evito. —Respondió el príncipe.

Las orejas sonrojadas del príncipe dejaban ver claramente lo avergonzado que se sentía y Helena lo pudo notar rápidamente “Es inapropiado, ¿Cómo se me ocurre mirarla así? Soy un descarado, yo debo controlarme, no quisiera que ella me odie” Noah se sentía nervioso, ya habían estado juntos varias veces, se habían tomado de la mano, e incluso se habían besado, pero después de haber estado tantos días alejado de ella su deseo se volvía cada vez más intenso.

—Su alteza… Noah, no me evites, mírame. —Hablo Helena, acercándose aún más al príncipe y sentándose en su regazo.

— ¡He! Helena… —El príncipe se sorprendió al ver la audacia de Helena al acercarse de aquella manera a él.

—Así no podrá evitarme su alteza. —Concluyo Helena antes de acariciar suavemente el rostro del príncipe y despejando el cabello que aún cubría el ojo maldito de él.

El príncipe se sintió algo incómodo al sentir la mano de Helena descubrir su ojo maldito, el cual se veía completamente negro. Helena observó aquel ojo por unos segundos, y luego se inclinó sobre él besando tiernamente su ojo, sorprendiéndolo, pero ella ignoró su reacción para luego besar su mejilla y sus labios, para Helena, todo en él era perfecto sin importar lo que dijeran los demás “Es como la noche, pero aun así puedo ver la calidez en su mirada” pensó Helena mientras lo besaba. Después de varias horas, el duque toco desde afuera del carruaje llamando a Noah para avisarle que estaban por llegar al portal de transportación.

—Está bien, Helena está durmiendo, así que no hay problema, vamos, es mejor que ella este así para que no sufra de mareos por el portal. —Respondió Noah a las palabras del duque antes de que cruzaran el portal.

[Dos horas después]

Helena se despertó notando algo de calor, al abrir los ojos pudo notar rápidamente que algo era diferente. Noah la miro y sonrió para luego abrir la pequeña cortina de la ventana del carruaje.

— ¿Quieres mirar afuera Helena? —Pregunto Noah con una sonrisa en su rostro.

Helena abrió los ojos, sorprendida cuando vio la luz del sol entrar por la ventana y a gran cantidad de gente que se encontraba en las calles, todos se veían alegres y felices disfrutando de la semana festiva en la cual se encontraban.

—Esto ¡¿Ya estamos en la capital su alteza?! —Pregunto Helena emocionada al ver la diferencia de la capital y el territorio donde ella había crecido en la frontera.

—Es muy diferente a la frontera, ¿verdad? —Hablo el príncipe mirando hacia afuera del carruaje.

Luego de una hora el carruaje se detuvo fuera de una gran mansión. Helena nerviosa, bajo del carruaje con la ayuda del príncipe, encontrando así frente a ella un grupo de sirvientes, los cuales parecían estar esperándolos. Todos estaban parados elegantemente en fila, completamente pulcros y con su mirada hacia el suelo en señal de respeto, mientras que el duque, se dirija hacia el mayordomo de la mansión, con Helena y el príncipe, quienes fueron bien recibidos por todos los empleados del lugar.

— ¿Dónde se encuentra ella? —Pregunto el duque con un tono autoritario.

—La Condesa se encuentra en el estudio en este momento, he enviado a alguien avisar de su llegada, así que estará aquí pronto. —Dijo el mayordomo.

—Hah… Ella no vendrá aquí, la conozco bien, bueno, vamos su alteza, es hora de que conozcan a la Condesa. —El duque hablo mientras comenzó a caminar elegantemente delante de todos, guiando así al príncipe y a Helena al estudio de la condesa.

Después de estar varios minutos caminando, estos subieron al segundo piso de la mansión y fueron guiados hasta una de las puertas del segundo piso. Helena no podía creer lo grande y hermosa que era la mansión de la condesa, de la cual el duque ya le había hablado de antemano, puesto que se suponía que esta la convertiría en su hija adoptiva y única heredera. Al golpear la puerta del estudio, una voz fuerte, hermosa y autoritaria respondió desde el interior.

—Adelante. —Se escuchó.

El duque abrió el mismo la puerta del estudio entrando y viendo así a la condesa sentada frente a su escritorio. La Condesa se veía hermosa e imponente, sus ojos violetas mostraban una mirada aguda y audaz, la cual dejaba ver su fortaleza e inteligencia, esta miro al príncipe Noah manteniéndose sentada en su silla sin levantarse ni mostrar mayor respeto hacia él.

—Duque Hurelbad, ha venido antes de lo planeado, ¿no lo cree?, recuerdo claramente que quedamos que vendría en dos días ¿no es así? —Pregunto la condesa mientras mostraba una extraña sonrisa al ver al duque y luego desviar su mirada hacia Helena quien se encontraba parada detrás del príncipe y del duque.

—Bueno, como le dije anteriormente cuando me contacté con usted, los planes han cambiado un poco, ya no podemos perder más tiempo, así que decidí adelantar los planes. —Contesto el duque a las palabras de la condesa.

La condesa pareció no escuchar las palabras del duque cuando se puso de pie repentinamente y se apresuró hacia Helena, alejándola del lado de Noah mientras la sujetaba de la mano.

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